La mayoría de los bebés y niños pequeños experimentan ansiedad al sentirse solos, pero aquellos con un temperamento de «reacción lenta» son especialmente tímidos, cautelosos y poco amistosos. Prefieren observar antes de conectarse lentamente. A menudo tienen dificultades con las transiciones, como terminar una actividad e iniciar otra. Tienden a ser muy sensibles a las emociones, tanto las propias como las de los demás.
Fortalezas de un temperamento de reacción lenta
Un temperamento de reacción lenta presenta desafíos, pero al mismo tiempo aporta fortalezas únicas. Los niños con este tipo de temperamento tienden a ser observadores, notando detalles que otros no evidencian. También es más probable que piensen antes de actuar, lo que los lleva a tener un mayor autocontrol a medida que crecen. Debido a que son altamente sensibles a las emociones, pueden llegar a ser excepcionalmente compasivos y empáticos. Una vez que se sienten cómodos con una nueva situación, tienen la capacidad de ser tan extrovertidos y aventureros como cualquier otro niño.
Cómo apoyar a un niño con un temperamento de reacción lenta
En este artículo hablamos de la importancia de aceptar a tu niño por lo que es. Si bien no puedes cambiar su temperamento, sí puedes ayudarlo a manejar los diferentes desafíos relacionados con su carácter y comportamiento.
Aquí algunas claves que pueden ayudarte:
- Prepárate — La preparación es útil para todos los pequeños, pero es esencial para aquellos con un temperamento de reacción lenta. ¿Nueva niñera? Invítala temprano a casa y dedica un tiempo para jugar todos juntos. ¿Nueva guardería? Programa una visita para mostrarle a tu niño el edificio, que conozca a su maestro y vea el salón de clases antes del gran día de inicio. Si tu niño es pequeño, mantenle al tanto de los cambios que se avecinan en casa. Si te estás mudando, por ejemplo, lee libros para niños pequeños sobre el tema y habla sobre lo que puede esperar de esta nueva situación. Para los más pequeños de 18 meses y mayores, el juego de roles es una gran alternativa de prepararse para el cambio, utilizando juguetes para representar lo que va a suceder.
- Permite tiempo extra — Ya sea que se trate de dejar a tu niño en una nueva guardería, de terminar la hora de jugar para empezar a bañarse o de acostumbrarse a un nuevo par de zapatos, se consciente de que el niño necesitará tiempo para procesar nuevas situaciones, transiciones y cambios.
- Ofrece apoyo — Dedica unos minutos para jugar con tu pequeño en su nueva guardería, ayudándole a sentirse seguro en su nuevo entorno. Ayúdale a saber qué esperar dándole una advertencia de tiempo antes de cada cambio de actividad, (por ejemplo, en unos minutos será tiempo de guardar tus juguetes y prepararte para el baño). Trata de usar objetos transicionales, como un juguete para la hora del baño o una foto familiar para poner en la mochila que el niño lleva a la guardería. Cuando tengas que separarte del niño, dile siempre adiós, escaparse a escondidas puede causarle ansiedad, especialmente a aquellos niños con temperamento de reacción lenta. Un ritual de despedida puede ser el de enviarle un beso al niño soplando en la palma de tu mano, acostumbrándolo a que reciba el beso y lo introduzca en su bolsillo, haciéndolo sentir seguro y acompañado.
- Resiste el impulso de sobreproteger — Si tu bebé tiene miedo a otras personas diferentes a ti, puede ser fácil para ti tranquilizarlo entre tus brazos todo el tiempo. En lugar de esto, acostumbra al niño lentamente a otros, permitiéndole a otras personas que lo carguen, aunque sea brevemente, mientras tú estás cerca, sonriéndole y diciéndole palabras tranquilizadoras. Es posible que tu pequeño niño nunca se divierta en las fiestas de cumpleaños y que tú te preguntes una y otra vez si tiene sentido ir a estos eventos. No desistas y sigue animando al niño suave y positivamente a participar. A medida que el niño crezca, puedes dar un paso al costado mientras lo animas a abordar nuevas situaciones con mayor independencia.
- Evita etiquetar, avergonzar y comparar — Frases como «no seas tímido» es como decir «no seas tú mismo», implica que ser tímido es malo y vergonzoso. Comparar a tu niño con otros que no son tímidos puede ser un gran golpe emocional para él. Incluso un comentario aparentemente benigno como «mira, tu hermano no tiene miedo a intentarlo» puede hacer que sienta que está haciendo algo malo mientras que su hermano está haciendo algo bueno.
Es probable que tu niño con temperamento de reacción lenta continúe sintiendo vacilación y duda ante situaciones nuevas o inesperadas. Sin embargo, con sensibilidad y el apoyo suficiente, puede aprender a acercarse a estas nuevas experiencias cada vez con mayor confianza.